Después del sismo del 19S que sacudió la ciudad de México y derrumbó las oficinas de Gwenaelle Gerard en horario de trabajo, la empresaria y fundadora de S-Peak – Clases de idiomas para empresas y ResponSable – Asesoría en Responsabilidad Social Empresarial, pasó por una crisis personal y empresarial sumamente compleja.
Logró adaptarse al cambio negativo y anteponerse: gracias a la resiliencia organizacional y personal que desarrolló junto con su equipo y su socio, mantuvo a flote sus empresas.
En lo malo siempre hay algo bueno: aunque no podamos comprenderlo y aceptarlo al principio, muchas veces la vida nos coloca frente a la gran oportunidad de aprender, cambiar, y trascender. Para Gwenaelle, esta crisis fue la oportunidad de cuestionar procesos y malos hábitos del pasado, para finalmente reinventar su empresa. Este artículo comparte algunas de sus observaciones, que si bien son el resultado de un autodiagnóstico, probablemente muchas empresas podrán identificarse y tomar medidas.
Extracto del libro Minuto Cero – Capítulo 4 “La resiliencia o el valor de una crisis”:
Sin caer en la victimización o estancarnos en los errores, considero que es fundamental como empresario aceptar nuestras áreas de oportunidad. En nuestro caso, así como tuvimos grandes aciertos de management también incurrimos en graves errores, como:
1- Procrastinar. A pesar de que éramos prácticamente una empresa digitalizada, dejamos pasar el tiempo para adquirir un software de contabilidad en la nube y dependíamos de un servidor en la oficina. Obviamente, con el sismo lo perdimos y nos llevó casi un año retomar el control sobre nuestros números.
2- No cuestionar nuestra eficiencia. Muchos de nuestros procesos no estaban documentados. Cuando el equipo se desintegró, nos dimos cuenta de la importancia que tenía registrarlos, cuestionar su eficiencia y asegurarnos de su buen entendimiento.
3- Falta de un área de Recursos Humanos. En muchos temas de gestión del capital humano no contábamos con políticas claras. Debimos tener un área dedicada a ello pues trabajábamos con casi 25 personas en las oficinas corporativas y más de 100 profesores afuera.
4- No valorar nuestra eficiencia y rentabilidad. Como muchas Pymes, no éramos rigurosos ni exigentes con nuestros mandos medios y sus equipos, proveedores y clientes.
5- Falta de automatización de tareas repetitivas. Debo confesar que la mayoría de estas ni siquiera las teníamos mapeadas, porque nadie cuestionaba las horas dedicadas a cada tarea.
6- Descuido. No tuvimos en cuenta la necesidad de respaldar documentación importante como las escrituras de la empresa. Debimos tener una copia certificada en otro lugar que no fuera la oficina.
7- Falta de prevención. No teníamos un plan de contingencia en caso de que Nicolas y yo falleciéramos.
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